Concepción, Chile
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Fabrizio Fasce

Nombre completo: Fabrizio Antonio Fasce Villaseñor /  Generación: 1993 / Trabajo: Cardiólogo / Familia: Todos residen en Concepción. Mi hijo recién egresó del colegio (Vicente Fasce). / Tiempo libre: Escuchar música (de todo, desde los Buzzcocks hasta Mahler, pasando por Coltrane, Miles y Muddy Waters), leer libros (me gusta mucho Alessandro Baricco, Michel Houellebecq, Charles Bukowski, por mencionar algunos) y ver películas (las veo todas, incluyendo las más malas).

¿A qué te dedicas actualmente?

Soy cardiólogo y ecocardiografista. Trabajo en el Hospital Regional de Concepción y en la Universidad de Concepción. Formo parte del centro Cardiovascular del Hospital que está formado por un grupo de médicos muy innovadores, lo que ha permitido traer cardiología de muy alto nivel a Concepción y todo el sur de Chile. Soy Jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos Cardiológicos, en donde recibimos los pacientes más graves enfermos del corazón (con infarto agudo al miocardio, insuficiencia cardíaca, arritmias graves u otros) y pacientes operados del corazón (cirugías valvulares o de by pass coronario). Desarrollamos un programa de asistencia circulatoria en donde contamos con ECMO (terapia de soporte extracorpóreo con oxigenación) para los pacientes en shock grave; y asistencia ventricular externa de mediana duración (que equivale a una especie de corazón artificial externo). Además, hemos desarrollado un programa de trasplante cardíaco que comenzamos el año pasado y ya llevamos 5 trasplantes. También participo del programa de implante de prótesis aórticas percutáneas (TAVI) en donde implantamos estas prótesis a pacientes con estenosis de la válvula aórtica de muy alto riesgo para cirugía convencional. También soy profesor asociado de la Universidad de Concepción, en donde soy el jefe de la sección de Cardiología de la Facultad de Medicina. Ahí imparto clases y seminarios para pre grado y post grado para la especialidad de Medicina Interna y la sub especialidad de Cardiología.

¿Qué es lo que más echas de menos de tu época de colegio?

Creo que una de las cosas que más echo de menos es la amistad que teníamos con el grupo de compañeros. Ese tipo de amistad cuesta que vuelva a darse después. Independiente de que perdure en el tiempo, creo que es importante conocerla y vivirla. Lo otro que echo de menos, es que uno tenía mucho menos responsabilidades. O sea, igual las teníamos, pero a lo más no te terminabas de leer el libro y eso quedaba hasta ahí. Nadie se muere por eso (creo).

¿Uno de tus mejores días en Saint John’s?

No sé si recuerdo un día en particular. Pero recuerdo que me gustaban mucho los días en que tocábamos música en el assembly u otra ceremonia con nuestro grupo, Los Windows. Me gustaba decir estupideces en el micrófono. Era divertido (para mí al menos).

¿Tu sobrenombre del colegio?

Fasce, Fabri, Lengüi. Y varios otros nombres que prefiero no mencionar (risa).

¿La nota que más te dolió? ¿Por qué?

No recuerdo una nota en el colegio que me haya dolido en particular. En general me iba bien, aunque era un poco llorón con las notas. Quizás la evaluación que me dejó con más sabor amargo fue la nota de la monografía del IB. Creo que era un buen trabajo, le dediqué mucho tiempo y creo que el revisor externo no lo valoró.

¿El trabajo/proyecto que más te llenó de orgullo?

Creo que fue la monografía del IB. Escribí sobre un libro de poemas del poeta Tomás Harris: Zonas de Peligro. Los poemas hablan de Concepción y de Latinoamérica en general. Hice una propuesta de lectura de la obra y todavía conservo una copia de ese trabajo, años después se la entregué personalmente al poeta en su mano una noche en Concepción en las Zonas de Peligro. No sé que habrá hecho Tomás Harris con eso, quizás lo haya botado en algún basurero después.

¿Tu profesor favorito? ¿Por qué?

No solo tuve un profesor favorito sino tres, los cuales no puedo dejar de mencionar: Juan Ricardo Vásquez, con quien aprendí a aprender y escribir ensayos; Carlos Romero, que fue mi tutor de la monografía; y Carlos Poblete, por el apoyo que siempre tuvo conmigo y con todos los que teníamos afinidad por la música, nos dejaba colarnos en su sala. En esa época había una guitarra clásica que le faltaban varias cuerdas. Así y todo, nos arrancábamos cuando podíamos con algunos compañeros y tocábamos esa guitarra agónica y cantábamos. Debe haber sonado pésimo, pero lo pasábamos bien. Con ellos 3 tengo hasta el día de hoy una muy bonita amistad y junto a otros ex alumnos (Álvaro Hamamé, Michael Cáceres y Carlos Bayschmith) nos juntamos algunas noches en el año para bohemiar, recordar y cambiar el mundo.

¿Algo que aprendiste en el colegio y te acompaña hasta hoy?

Aprendí a aprender. Eso viene del ramo Teoría del Conocimiento. Tuve grandes profesores en ese ramo y lo que aprendí ahí lo he seguido practicando siempre, creo que la Universidad se me hizo relativamente fácil gracias a eso.

¿Qué mensaje les dejarías a los alumnos que hoy están en Saint John’s?

Que sean felices, que ojalá persigan y encuentren lo que realmente buscan, que no les impongan qué hacer, qué ser y que se crean el cuento. Esta generación nació con muchas cosas a favor, no tiene esa cosa restrictiva que de alguna forma tenía la mía, inventen un cuento que les guste y síganlo, no importa que no lleguen a la meta, inténtenlo y va a haber valido la pena. Era hasta ridículo pensar en trasplante cardíaco en esta ciudad hasta hace poco, pero yo me inventé un cuento hace muchos años en que sí se podía y lo logré. ¿Por que no habría de resultarle a los demás?